martes, 27 de marzo de 2012

EL PAPA EN CUBA

Siguiendo los pasos del camino que un día abrió Juan Pablo II, el Papa visita Santiago de Cuba y se dirige al segundo estadio de su viaje a este país de contrastes, de luces y sombras. No es oro todo lo que reluce en Cuba, a pesar de que las imágenes que nos llegan estos días son de una aparente calma y libertad. El régimen mantiene bajo la alfombra disidentes políticos, familias enteras destrozadas por un régimen injusto.

No faltaremos a la verdad. Lo cierto es que desde que Raúl Castro cogió el testigo, la dictadura comunista ha ido abriendo la mano, dando pasos que no sabe a dónde llevarán, o si realmente llevarán a algún lado. ¿Estamos asistiendo a la paulatina disolución del régimen?... Sinceramente, lejos lo veo, peor no imposible.

Los mensajes del Papa se han movido dentro de la corrección y la mesura. Es más lo que se entiende entre líneas que lo que se dice directamente, aunque de forma explícita también ha hablado: "Les invito a construir una sociedad abierta y renovada, una sociedad mejor, más digna del hombre", pero utilizando sólo "as armas de la paz, el perdón y la comprensión".

Y ante la Virgen de la Caridad del Cobre también ha rezado "por los que están privados de libertad, separados de sus seres queridos o pasan por graves momentos de dificultad". A veces no sólo importan las palabras, también los gestos, las actitudes. Del Papa no se puede esperar ni más, ni menos: una actitud de amor extremo, aún sabiendo que los castristas yerran. La vía de la imposición o del juicio directo no son respuestas del amor, ni tendrían un efecto positivo en la población.

¿Cuánto bien -que no sabemos- estará haciendo la visita del Papa a esta tierra, a este pueblo lleno de gente creyente?

Estos días en twitter me impresionaba lo que contaba Yoani Sánchez @yoanisanchez, blogger de la Habana, que escribe en esta red a través de sms del móvil. Contaba cómo sus abuelos tenían que esconder sus crucifijos, o cómo "Mi abuela, catolica silenciada, que murió antes del 4to Congreso PCC 1991, que comenzó a aflojar la intolerancia a las religiones". O "Mi abuela se tuvo que tragar tantos rezos en los 60s, 70s y 80s. Cómo me gustaría que viera esta visita".

Por supuesto, ella contaba lo que nosotros no hemos podido ver: "Muchos impedidos de salir de sus casas, otros arrestados en calabozos policiales, teléfonos cortados, advertencias hechas".

Al ver las imágenes que nos llegan, una no puede más que llenarse de alegría al pensar cuántas sonrisas estará devolviendo ahora el Papa, a cuántos cubanos, dentro y fuera de la cárcel. 

Por todos los que allí sufren. Por un pueblo que se merece más. Por la auténtica libertad en Cuba. Por ellos, estas líneas.

A.M.M.

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