Cada
vez son más las personas que de forma anónima responden con su buena voluntad a
las situaciones de necesidad surgidas por la crisis. Acciones que nos hablan de
esperanza.
Las
luces de las farolas alumbran las calles. Ya es de noche en Zaragoza y llega la
hora de la cena. Fuera hace frío y sopla el viento. Es lo que ven desde el
cristal del comedor las 8 personas que esperan a que les sirvan en el
Restaurante Casa Emilio. Hasta aquí todo normal, una estampa típica de
invierno. Sin embargo, esta historia es especial...
Desde
joven, Emilio siempre ha tenido la inquietud de ayudar a los demás. Conoce bien
el barrio del Portillo, donde se ubica su restaurante de cocina típica
aragonesa desde 1939. Un día paseando se encuentra con Manolo, el párroco de la
zona, quien hace un par de años le comentó que aunque en el barrio vive mucha gente de
clase media, hay un alto porcentaje de población en el umbral de la pobreza. –
Oye Manolo, con lo que está cayendo, imagino que la situación aquella que me
comentaste del barrio habrá empeorado, ¿no?- le pregunta Emilio. Sus
pronósticos iban bien encaminados, la pobreza había crecido hasta situarse en
el 22%. Emilio, que desde siempre había tenido una sensibilidad especial hacia
los demás, no se quedó indiferente. Hacía tiempo que le rondaba la idea en la
cabeza y esta conversación fue el acicate definitivo.
Se
puso en contacto con Cáritas parroquial y juntos crearon un proyecto de cenas
solidarias. Él lo explica así: “Siempre sobran platos del menú del día que
preparamos. Según mis cálculos, podría dar 8 cenas con un plato copioso de
comida y un postre. Entonces, Cáritas me manda una relación de los ciudadanos
que van a venir a cenar y entre los que se priman a familias con bebés y niños.
El
primer día que vienen nos enseñan un papel sellado por Cáritas. Van cambiando
cada 21 días, aunque depende de la situación, ya que hay casos en los que
encuentran trabajo. Paralelamente, Cáritas realiza un seguimiento de cada caso
a través de Angelines, una voluntaria que nos visita cada mes para saber cómo
está yendo. Que esta institución haga de mediadora es muy importante, porque
tienen criterios objetivos para seleccionar a la gente, para que, mediante un
baremo establecido, acudan los que de verdad lo necesitan. Las 8 personas que
vienen comparten comedor con el resto de clientes, vienen vestidos con decoro y
se normaliza su situación. Nosotros no hacemos diferencias, les servimos como
otro cliente más”.
Merche
Doñate, la cocinera conoce muy bien a Emilio y me cuenta que no le sorprendió
la acción para nada, “Emilio es así”- me dice. Para ella es una gran
satisfacción saber que también contribuye desde los fogones donde no deja de remover
ollas y guisos. Tiene una sonrisa maravillosa y justo cuando acabamos de hablar
entra en la cocina una vecina de 80 años que acude cada día y se lleva un buen
plato de comida a casa. Merche la atiende con cariño, ternura y total
normalidad.
Acciones
como esta hablan por sí solas del ambiente de familia que se respira en Casa
Emilio. Y la historia no acaba ahí: “Una de las cosas que más me
emociona – me dice Emilio – es que hay vecinos que nos dan comida o dinero para Cáritas. Uno me trae borrajas
de su huerto ecológico, otro vecino nos da cada mes 4 o 5 kilos de comida:
legumbre, pasta, garbanzos… que se lo repartimos a ellos. Cuando son
perecederos como 3 kilos de tomate o matas de acelga, lo elaboramos nosotros y
les ofrecemos un buen plato”.
En
las paredes de su comedor cuelgan multitud de reconocimientos como el Diploma
al Mérito Turístico 1983 y la Placa al Mérito Turístico 1989, entre otros. Es
además, Presidente de Honor de la Federación de Empresarios de Hostelería de
Zaragoza HORECA. En septiembre, escribió una carta a todos los
miembros contándoles su iniciativa y animándoles a llevarla a cabo.
Cuando
Ana la leyó, no dudó en unirse. Es propietaria del Restaurante Candelas,
abierto hace 50 años y especializado en brasa y cocina tradicional. Me asegura
que es algo que su padre de manera anónima también realizaba. “Nos pareció
bien, porque se realiza de forma organizada y nos permite echar una manita en
la medida que podemos”.
De
momento, tiene a una pareja fija todos los días y mientras, Cáritas analiza
cómo hacer ya que el proyecto acaba de nacer y requiere un conocimiento
integral de la situación de las personas y un seguimiento personalizado.
Ana
les da el menú del día: 4 primeros, 4 segundos y eligen lo que quieren, “un cliente
más, vamos”. El proyecto le gusta porque
no le causa ningún trastorno: “dar dos comidas más al día no te quita nada y
ayudas algo. Personalmente te reconforta pensar que de una manera fácil y
sencilla, sin burocracias, colaboras. Pero, ¡no somos los únicos, eh! –me dice
- A mi alrededor veo también mucha solidaridad anónima y a pequeña escala. Por
ejemplo, en la academia de mi hijo, una familia iba a desapuntar al suyo porque
no podían pagar y los propietarios quisieron que el chico continuara. Al final,
se van juntando los granos de arena…”, añade.
Efectivamente,
cada vez son más las personas que de forma silenciosa, pero constante
contribuyen a que no haya necesitados en su entorno. Otro dato llamativo es que
ya existen portales para intercambiar productos entre personas a los que les
sobra y quienes lo necesitan como www.telodoygratis.com
o www.telodoy.net.
Pero
Emilio no olvida la parte reivindicativa y concluye la entrevista afirmando que
para él la esperanza está en la respuesta que la sociedad sea capaz de dar ante
una situación escandalosa. Para él lo más importante es que los ciudadanos en
España y Europa se están movilizando, porque hay que sensibilizarse con los que
más sufren y exigir soluciones a los que ostentan el poder. “No nos podemos
quedar parados, los ciudadanos europeos tenemos que dar respuestas”.
Ana Moreno Marín
¡¡¡¡¡Genial, Ana!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Antonio!! La historia en sí es genial, yo hago de transmisora ;)
ResponderEliminarMuy buena historia. Aunque nos apretente tenemos que echar una mano entre todos para que afloje un poco las cosas.
ResponderEliminarMuchas gracias Jesús. Yo creo que este 2013 no va a ser tan duro como el año pasado o al menos, mantengo esa esperanza. Y por otro lado, somos cada vez más solidarios y eso ya es un motivo para mantener la fe en las personas que, al final, son las que cambian las cosas. Sobre todo, si hacemos, como dice Emilio, causa común. Un abrazo y gracias por tu comentario!
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